(DESPEDIDA DE UN NONATO A SU MADRE)
En tus entrañas me he formado,
tú corazón con mil nanas me ha acunado;
mientras yo soñaba que nacer era maravilloso...
¡Ahora veo que no es tan hermoso!;
que hay mucho que sufrir
para, en este mundo, vivir.
Mamá: yo te quiero,
sabes que mi cariño es sincero;
por eso algunas cosas quiero decirte
y, otras pocas, quiero pedirte.
Ayer escuché a los abuelitos gritando;
tú estabas llorando;
ellos decian que tenías que olvidar
la noche en la que una niña quiso jugar
a ser, por vez primera, mujer
guardando en sus entrañas un pequeño ser.
Los mayores se creén que son perfecto;
pero, por su culpa, hay tantos deseos muertos...
¡Ó, quizás sólo estes aletargados!
esperando, un día, ser despertados.
No llegaré a nacer,
no me veras crecer;
y, aunque sea sangre de tu sangre,
nunca podré llamarte Madre.
La sangre me está inundando;
en ella me estoy ahogando:
dentro de poco me dormiré
y, hacía el Limbo, partiré.
Dale a papá un beso muy fuerte
y dile que no llore por mi muerte;
que quiero que me deis un hermanito
que os consuele por vuestro muerto hijito.
Sin embargo, antes de marcharme,
quiero despedirme de quién la vida quiso darme;
adiós, mamá; y muchas gracias por tu amor
aunque ahora sólo sea sangre y dolor